Hola hermanos cursillistas: quiero compartir con ustedes que nuestro querido padre Ernesto “Vasco” Izurieta, fue mi confesor desde el cursillo 49 (año 1992) y también mi Director Espiritual, en mi 4to día.
Con su meditación de la parábola del Padre misericordioso, descubrí el amor incondicional del Padre que siempre nos espera para abrazarnos y encontré el alivio y consuelo después de la pérdida de mi papá.
El Vasco siempre estaba presente en los actos escuela, paseándose mate en mano en cada grupo de trabajo compartiendo como un dirigente más, de igual a igual, con una profunda humildad. Se acercaba con un mate y arrancaba a charlar con cada uno, en particular, sabía como íbamos dando los primeros pasos a partir del triple encuentro.
Recuerdo que estaba interesada por todo lo referente al santo sudario y recuerdo que me preguntó si mi fe dependía de los resultados de las investigaciones. Le contesté que no. Me dijo : «ah… así sí» y me dio algún autor para leer.
En otra oportunidad, le pedí turno de confesión. Para anotar tenía una agenda negra apaisada donde anotaba día y horario. Las confesiones y dirección espiritual eran en una sala de recepción en el seminario mayor donde vivía. Recuerdo que como por aquellos años, no tenía celular y en una oportunidad tuve un inconveniente y no pude asistir. Qué hacer? Cómo avisarle? No se como me pude comunicar al seminario con alguien que tomó el recado y le hizo saber que tenía el horario libre y podía agendar a otro/a hermana (tenía siempre agenda recargada). Cuando volví a verlo me agradeció el aviso oportuno y concertamos otra fecha.
Algo característico en él, sabía cuál era mi compromiso espiritual desde la última dirección o guía espiritual, memoria prodigiosa y pastor por vocación divina.
Conservo como un tesoro, una estampita del día de su ordenación sacerdotal, que llegó a mí con sus guías del peregrino y otros de sus libros que donaron sus familiares para la biblioteca del MCC. Cuando ordenaba los libros en la biblioteca vitrina que estaba en el piso de arriba de nuestra casita, la vi y me la quedé. Sepan disculpar, aquí se la comparto. Leo el reverso, y me impacta: «recibí la Santa Sotana».
Pide a la Virgen de Luján proteja su vocación y cita el Evangelio según San Lucas: » no se haga mi voluntad, sino la Tuya».
Toda su vida entregada por amor a Cristo en los hermanos.
Andrea Ceci C.C.M. nro. 49
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