La experiencia fue rica en momentos de oración, amistad y aprendizaje. Compartimos con hermanos y hermanas de todo el país, sintiendo cómo el Espíritu Santo nos reunía bajo un mismo carisma: anunciar con alegría el amor de Dios.
Tuve la gracia de dar un rollo titulado “Los Signos de Amor de Dios en mi vida”. Prepararlo y compartirlo fue un verdadero regalo, un camino de oración, entrega y confianza en el Señor. Me permitió mirar hacia adentro, reconocer tantas huellas de amor divino en mi historia, y también crecer como persona y servidora de Cristo.
Fueron días intensos y profundamente bendecidos, quedan momentos que invitan a la reflexión. Los intercambios son enriquecedores,nos permiten crecer, compartir y revisar caminos, pero SIEMPRE DESDE LA VERDAD. Solo desde ahí, desde la sinceridad y el respeto, podemos realmente construir y caminar juntos. Lo comparto no desde el juicio, sino desde el deseo profundo de que sigamos siendo una comunidad que se acompaña con honestidad, apertura y caridad.
Me llevo en el alma la alegría del encuentro, los abrazos, las miradas cómplices, las oraciones compartidas, y el recuerdo de un Dios que nos sigue llamando y sorprendiendo.
Gracias a los hermanos de Neuquén por su entrega generosa y por abrirnos las puertas con tanto cariño.
Gracias Señor por mostrarme, una vez más, que tu Amor se manifiesta en lo simple, en lo cotidiano, y también en lo imperfecto.
¡ULTREYA! ¡Y DE COLORES!
Fernanda Montoya
Cursillo 55 -Diócesis de 9 de Julio