LA VIDA ES BONITA, LA GENTE ES IMPORTANTE, VALE LA PENA VIVIR.

Cuando una persona se encuentra con el Evangelio, cree en él y trata de realizarlo en su vida, va descubriendo por la gracia de Dios, que ser fiel al mismo no significa, ni supone optar por la virtud, sino saber ir ejercitando la virtud de optar, a medida que va avanzando, va alcanzando también nuevas perspectivas y desde de ellas va dándose cuenta de que la vida  tiene sentido, valor y sabor.

Tiene sentido, porque todo puede ser mejor o peor y al tratar honradamente de mejorarla, nos hacemos mejores y tenemos un “que” (Cristo) que nos impulsa y orienta.

Tiene valor absoluto, porque nada puede hallarse que tenga más valor que una persona y si la persona es cristiana y humana, siempre atrae, magnetiza y fascina.

Tiene sabor porque cuando la verdad y la realidad de Cristo están en el eje de la persona, centrándose su inteligencia y su corazón:

La vida es bonita, la gente es importante, vale la pena vivir.

Cuando uno pierde el norte de la vida y ésta es sacudida por las personas, los acontecimientos y las cosas, la cosmovisión se empaña y lo que experimenta uno es lo contrario:

Que la vida es un fastidio, que la gente es incordiante, que es un fastidio vivir.

Lo cristiano es siempre en cada caso y situación, la culminación de lo posible y la pista para ir logrando lo imposible. Lo que obnubila el panorama de lo cristiano es que el hombre se crea que ser cristiano es tan solo hacer el bien.

Eduardo Bonnin Aguiló