PRECURSILLO Y KERYGMA

Acostumbrados a poner el énfasis en la selección de candidatos y en el conseguir que estos vayan a Cursillos, no es extraño que no sepamos descubrir en el Precursillo elementos de carácter kerygmático. Evidentemente el Precursillo no suele ser kerygmático, ni insistiremos en que todo Precursillo debe serlo.

Pero sí podemos afirmar que, en la medida en que lo sea, el Precursillo será más perfecto, y que el perfecto Precursillo, que supone una “disposición” y un “tratamiento”, contiene, en su forma ideal, elementos innegablemente kerygmáticos.

1) El Precursillo ideal presupone un testimonio de vida: a) de parte del “padrino”, es decir, de quien se responsabiliza de su Precursillo, y b) de parte de la comunidad.

  1. a) La “disposición” ideal del candidato es la que nace de su admiración ante el cambio de vida del padrino, y que despierta en él una inquietud, una apertura y una disposición al cambio. Interrogado acerca de los motivos de su propio cambio, el padrino dará como causa, su encuentro con Cristo, aunque señale como ocasión un Cursillo de Cristiandad.

Este testimonio, elemento esencial de la predicación vital que es el kerygma, es proclamación silenciosa de la llegada del Reino de Dios a su propia Vida. “El Reino de Dios está dentro de vosotros”.

  1. b) La disposición del candidato puede nacer también del testimonio que le llega de la comunidad. En la experiencia nicaragüense, son muchos ya los que “vinieron, vieron y permanecieron” en nuestras Ultreyas, contando con no menos de cuatro autenticas conversiones por el simple testimonio de la comunidad, incluyendo la conversión de una jovencita norteamericana (Susan Day) y un primo suyo, quienes sin hablar una palabra de español, pidieron ser bautizados, -y lo fueron- preparados y dispuestos por el solo testimonio de amor de la comunidad.

Son millares, suponemos, en el mundo entero, los que tuvieron como Precursillo un testimonio individual o colectivo. 

Con respecto a la Palabra, el Precursillo ideal será siempre kerygmático en su intención. Al respecto, queremos repetir lo que ya señalamos un día en nuestra ponencia en el I Encuentro Latinoamericano de Tlaxcala; “…creemos necesario insistir en el Precursillo como verdadero inicio de conversión. La experiencia nos dice que, en la mayoría de los casos y países el padrino se esfuerza más por llevar al candidato al Cursillo, que por acercarlo a Cristo… Se habla de obtener una disposición que suele explicarse y entenderse como disposición de asistir al Cursillo, y no como apertura a si mismo y a la Verdad, que implica una disposición a la renuncia y al cambio: renuncia a una vieja escala de valores, y cambio de mentalidad y de conducta… Debemos tener presente que, en el Cursillo ni se pretende ni se logra una conversión total en tres días. Que dicha conversión no debe iniciarse en él, sino que debe iniciarse en el Precursillo y completarse en la vida perenne del Poscursillo. Es obvio que, en igualdad de trayectoria recorrida, alcanzará un nivel más avanzado de conversión quien haya llegado al Cursillo con una mejor disposición al cambio, gracias a un precursillo eficaz, como autentico inicio de conversión”.

De cara a la conversión, el Precursillo deberá asemejarse a la predicación de Juan el Bautista, Precursor de Cristo. El buscaba “preparar los caminos del Señor y hacer derechas sus sendas”, incitando al sujeto a hacer penitencia -cambio de mentalidad y costumbres, metanoia-, prometiendo -anunciando- un encuentro con quien “ha de bautizaros en el Espíritu Santo y en el fuego”. Todo ello desde una fe profunda y una convicción absoluta de que “todo valle será terraplenado, todo monte o cerro allanado, los caminos torcidos enderezados y los escabrosos igualados, porque poderoso es Dios para hacer que nazcan de estas mismas piedras hijos de Abraham”.

En cualquiera de los casos, este “tratamiento” no consistirá nunca en argumentos, ni raciocinios, ni polémicas, ni lecciones, sino en una predicación vital o un testimonio del padrino, que sea a la vez proclamación de una verdad que se ha hecho realidad en él, una confesión de esa realidad y una posibilidad cierta de que puede serlo también en el candidato.

Los teólogos kerygmáticos señalan unánimemente la necesidad de un “Precursillo” para la proclamación del kerygma, y llaman a este Precursillo Pre-Evangelización

El Padre Nebreda

Concibe esta pre-evangelización como: “un estado de preparación para el kerygma”, el cual, tomando al hombre como es y donde se encuentra, hace posible un diálogo humano para despertar en él el sentido de Dios, elementos indispensable para abrir su corazón al mensaje. En C decimos que “sólo partiendo del hombre como es puede llevársele a lo que Dios quiere que sea. Llevarlo desde donde está hasta donde Dios quiere que esté. Lo admirable es la coincidencia en lo relativo al tratamiento. En su capitulo “La Pedagogía de la Pre-evangelización”, el P. Nebreda insiste en:

1) Contacto personal, individual, con la persona a quien desea comunicar el Mensaje. Un dialogo es imposible en una multitud. Debemos recordar que un adulto tiene una personalidad madura; todas las cosas en él han alcanzado un grado de diferenciación de sus asociados, que lo hace un individuo. Debe traérsele como tal: pescar con anzuelo, no con red;

2) Un discernimiento de la motivación: la primera tarea en la preevangelización es descubrir los motivos que han traído hasta nosotros a estas personas;

3) Una instrucción -tratamiento- individual, en lugar de la de masa o grupo;

3) Un testimonio, alma de la pre-evangelización: “…la palabra es una de las cosas más ambiguas. Dios, para prevenir este peligro ha tomado los medidas necesarias…” Decidió que este mensaje debía ser transmitido a través de testigos.

El P. Simios dice:

“Una predicación psicológica del Mensaje es necesaria; pero será necesario, no pocas veces, preparar el terreno antes de exponer el Mensaje en su conjunto, bien disipando ciertos prejuicios, bien poniendo remedio a una eventual y acusada falta de sentido religioso, corrigiendo ciertas desviaciones que hacen incompatible la aceptación del mensaje, o haciendo lo necesario para conquistar la simpatía precisa para todo contacto apostólico fructuoso”.

“Es necesario, en primer lugar, sin prisas apologéticas, ni simplismo misionero, tomarnos el tiempo y la molestia necesarios, para comprender simplemente la postura o situación de los otros, la profundidad de sus posiciones, de sus aspiraciones, de todo lo que en el mundo espiritual pide ser tomado en serio y respetado”.

En resumen diría que el Kerygma, como “predicación de le conversión”, supone con frecuencia una pre-evangelización, y no puede definirse simplemente como “primera evangelización”. Por el mismo motivo, la concepción del Cursillo, como proclamación pura del Kerygma no debe ser excusa para minimizar la necesidad del Precursillo, reafirmando, por el contrario, su necesidad absoluta.

Cristo mismo, nuestro Dios, antes de dar el Cursillo de su predicación, juzgó necesario el Precursillo, y nos mandó por ello un Pre-cursor que preparara sus caminos