TESTIMONIO DEL CUARTO DÍA

La mejor manera de comenzar a compartir esta reflexión sobre el 4to Día es hacerlo desde quien soy. Soy Guillermo, esposo de Lidia, papá de Aquiles de 19 y de Nazarena de 15, hijo de María, hermano de Silvia, Claudio, Marcelo, Darío, Manolo, René, entre varios, y sobre todo soy un ser humano que descubrió vivencial y existencialmente, hace 8 años, que Jesús me ama. Decir quién uno es nos remite a los vínculos, saberme esposo de, papá de, amigo de, no es un dato, sino un modo de saber quién soy. Saber quién soy me dice más que decir una profesión, dónde trabajo, qué estudios tengo. Somos seres en relación, somos seres con otros, junto a otros nos constituimos.    

Por ello compartir este caminar entre hermanos del Movimiento de Cursillos es una posibilidad que el Señor nos regala no solo para reunirnos sino también para común unirnos en la alegría de su amor. 

¿Cómo vine a Cursillo?

Mi mamá me tuvo cuando era muy chica, nunca viví con mi papá. Las carencias materiales y afectivas fueron parte de una historia de apocamiento con la vida y con el autor de ella.

Cuando era niño llegué a contar que nueve personas dormíamos en una sola habitación. 

El poder estudiar fue abriéndome paso hacia nuevas posibilidades, el formar una familia me hizo ir encontrando el sentido que toda persona busca, siempre quise cambiar el mundo. Por ello incursioné en estudios de cambio social y prácticas colectivas. Siempre sentí que me faltaba algo. No sabía cómo ser un papá, equivocadamente concebí a mis hijos como una revancha. Vivía acelerado, pesimista, justificando todo lo que no hacía, no quería o no podía. 

¿Qué encontré en Cursillo?

Después de mucha insistencia, un sacerdote me llevó a cursillo con un sí a medias de mi parte ocultando el miedo interior a mirar de frente mi existencia. Rechacé tomar notas, relacionarme del todo con mi decuria, deseaba que esos días pasaran rápido. Hasta que me encontré con Jesús… cara a cara y me partí en dos, un pedazo para abrazar mi historia y el otro para sentirme amado. Eso encontré en Cursillos… una relación, un papá eterno, el abrazo de su amor, un proceso para dejarme amar y sanar, un sentido a la vida. La palanca de mi hijo de 7 años en aquel entonces fue solo un papelito de un renglón: “Papá, volvé bien, te esperamos. Aquiles”. Eso era yo: ausencia, evasión, poquedad, postergación, justificación. Mi hijo de 7 años me pedía que vuelva, porque no estaba, y que vuelva bien… porque tampoco lo estaba. Cursillos me cambió la vida y me la sigue cambiando.    

¿Cómo intento caminar a partir de Cursillo?

El cuarto día me cuesta mucho, la lucha es de igual a igual contra uno mismo. Aprendo a levantarme, a navegar en procesos que van sanando. Busco conocer, amar y cuidar a los míos, me entrego en mi trabajo docente con la esperanza de un mundo mejor. Decidí caminar en el movimiento, con mi esposa y mis hermanos. Lucho por seguir siendo feliz. Cuando volví a entrar a un cursillo la palanca de mi hijo ya no fue un renglón, fue una larga carta donde me decía que me amaba. Es el Señor amando que no se cansa de buscarnos.

¡De Colores! Guillermo Cancinos, CCH N° 107, Mesa Nacional, Salta.

Papá, volvé bien, te esperamos. Aquiles